Las Termas de Caracalla son uno de los mayores y mejor conservados complejos termales de la antigüedad. Hoy solo quedan los restos de lo que un día fue, pero la planta del edificio se conserva íntegra, y sus enormes estructuras permiten imaginar su esplendor original.
Las termas eran uno de los pasatiempos preferidos por los romanos, donde hacían ejercicio, se higienizaban y mejoraban sus relaciones sociales. Desde el punto de vista arquitectónico, eran construcciones extremadamente complejas que poseían sofisticados sistemas de abastecimiento hidráulico, calefacción y desagüe.
Las Termas de Caracalla resultaron ser las más suntuosas jamás construidas, revestidas de mármoles preciosos y adornadas con gran cantidad de obras de arte. Se inauguraron en el año 216, durante el reinado de Marco Aurelio, llamado Caracalla. Antes de terminar su reinado levantó otro complejo termal aún más grande pero no tan espléndido, las Termas de Diocleciano.
Tras permanecer en funcionamiento durante más de 300 años, las Termas dejaron de utilizarse de forma obligada en el año 537, cuando los bárbaros destruyeron los acueductos que las alimentaban para tomar la ciudad. Los materiales valiosos que decoraban las termas fueron saqueados y, posteriormente, en el año 847, un terremoto sacudió el edificio destruyendo parte de él.
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